24/1/15

Otro curso más...


Llegó septiembre en su momento y con ello empezar un año más.
Mis ideas para este año, dado que el anterior fue sumamente desastroso por diversos motivos, eran quitarme ciertas asignaturas en la extraordinaria de septiembre pero no pudo ser. No. De las tres asignaturas que tenía pensadas, una de ellas empezó a ser un posible (y cada vez más claro) examen de selectividad. Otra tuve mis dudas pero quise quitármela igualmente. Y la última fue imposible, y una maldición. Sí. Todavía llevo matemáticas de 1º de Bachillerato, y a pesar de intentarlo, de momento sigue sin haber resultados (soy una negada con las matemáticas).

A pesar de este pequeño, aunque luego gran disgusto, empecé el curso.

10/1/15

Mi tercer cumpleaños.


Es increíble lo rápido que pasa tiempo y todo lo que ello supone. Nunca había sido realmente consciente de esto hasta que empecé a ser madre. Sí, sabes que pasan los días, los meses, los años pero yo al menos, siempre me sentía igual el día anterior y posterior a un cumpleaños, y al pensar en el año anterior no veía una gran diferencia. Cuando empezaba un nuevo curso en el colegio nunca me sentía un año mayor, seguía viendo el mundo de la misma forma: los profesores, mis amigos, a mí... Sin embargo, como ya he dicho, desde que soy madre veo al tiempo de una forma diferente. Soy mucho más consciente de que no corre, vuela y que nada es para siempre. 
Ya son tres años los que han pasado desde que Noa salió de mí para entrar en mi mundo, para cambiarme por completo la vida que estaba llevando. Ya han pasado tres años y de verdad, aún recuerdo cómo le temblaba el labio al llorar cuando la separaron unos segundos de mí al nacer, cómo intentó abrir los ojos al volver a mí y el cómo eso calmó su llanto... 
En estos tres años he podido ver cómo una persona pasa de apenas saber dónde está a decirte ¿me haces dos trenzas. mamita? Y tengo que decir que es fascinante...
Si te paras a pensar un momento, los tres años son uno de los cumpleaños más importantes de nuestra vida ya que dejamos de ser realmente bebés para empezar preescolar. Sabemos hablar prácticamente o al menos sabemos lo que queremos decir, tenemos cierta conciencia de lo que se puede hacer y no, aunque no sepamos el porqué. Empezamos a ser más sociables, llegan nuestros primeros mejores amigos y amigas, nuestros primeros amores, algunos espontáneos y otros porque nuestros padres nos dicen que nos demos un beso porque es muy bonito para ellos. Se podría decir que son los dieciocho de un bebé (si le echamos un poco de imaginación). Y siendo éstos los dieciocho de un bebé, ¿cómo no celebrarlos?